San Antonio de Padua

Del latín o etrusco, "de la familia Antonia" (1191-1231). Doctor de la Iglesia. Nació en Lisboa (Portugal). En su infancia estudió en la escuela catedralicia de Portugal, formándose en religión y otras materias. Vivió con los Canónigos Regulares de San Agustín, hasta ser ordenado sacerdote en 1219; posteriormente ingresó en la orden franciscana. Renunció a su herencia y eligió el nombre de Antonio. Para evitar que sus parientes y amistades lo interrumpieran en su vida de oración, se trasladó al monasterio portugués de Coimbra. Realizó un viaje de misión a Marruecos (África) donde se contagió de la fiebre malaria y regresó a su país. Se distinguió por su elocuencia; con su predicación convirtió a muchos y combatió las herejías.
Su testimonio de santidad le hizo ganar el cariño de los marginados a quienes socorría con generosidad. Recorrió Italia y Francia difundiendo el Evangelio. Entre sus escritos figuran Sermones dominicales y Sermones in solennitatibus sanctorum; además, dedicó sermones en honor de la Santísima Virgen María, a quien tuvo profunda devoción y de quien —se dice-en un éxtasis recibió al Niño Jesús. Su muerte ocurrió en Padua (Italia), lugar donde reposan sus reliquias. Patrono de Portugal. Gregorio IX lo canonizó en 1232.Pío XII lo proclamó doctor de la Iglesia en 1946. León XII (1878-1903) lo llamó el santo de todo el mundo.

Iconografía: con hábito, el Niño Jesús en brazos, una azucena (pureza) y el evangeliario. Intercesor eficaz para encontrar objetos perdidos Misionero de Cristo, dotado de extraordinarias cualidades de simpatía y don de palabra, predicó el Evangelio, llamando a la conversión.

«El que está lleno del Espíritu Santo - decía- habla diversas lenguas. Estas diversas lenguas son los diversos testimonios que da de Cristo, como por ejemplo la humildad, la pobreza, la paciencia y la obediencia, que son las palabras con que hablamos cuando los demás pueden verlas reflejadas en nuestra conducta. La palabra tiene fuerza cuando va acompañada de las obras. Estamos repletos de Palabras, pero vacíos de obras.»

Monicion de entrada
Queridos hnos: Durante toda su existencia terrena Antonio de Padua fue un hombre evangélico; y si como tal lo veneramos, es porque creemos que en él se posó con particular efusión el Espíritu mismo del Señor, enriqueciéndole con sus dones admirables e impulsándole, «desde el interior», a emprender una acción que aun siendo notabilísima en sus 40 años de vida, lejos de agotarse en el tiempo, continúa vigorosa y providencial incluso en nuestros días.
Con el corazón agradecido al Señor por tan sublimes virtudes que nos invita a imitar de la vida de San Antonio, demos inicio a esta gozosa celebración Eucarística.

Oración colecta
DIOS todopoderoso y eterno, que en san Antonio de Padua has dado a tu pueblo un predicador insigne y un intercesor en las necesidades, concédenos, con su ayuda,
seguir las enseñanzas de la vida cristiana y experimentar tu protección en todas
las adversidades. Por nuestro Señor Jesucristo.

Lectura del libro de la Sabiduría 7, 7-14.
Pedí y se me concedió la prudencia; supliqué y me vino el espíritu de Sabiduría.
Y la preferí a los cetros y tronos, y en nada tuve la riqueza en comparación de ella. Ni a la piedra más preciosa la equiparé, porque todo el oro a su lado es un puñado de arena y barro parece la plata en su presencia. La amé más que la salud y la hermosura, y quise que fuera, más que otra, la luz que me alumbrara, porque la claridad que de ella nace no conoce noche. Con ella me vinieron a la vez todos los bienes, me trajo en sus manos riquezas incalculables. Y yo me
regocijé con todos estos bienes porque la Sabiduría me los traía, aunque igno aba que ella fuese su madre. Con sencillez la aprendí y sin envidia la comunico;
no me guardo ocultas sus riquezas porque es para los hombres un tesoro inagotable y los que la adquieren se granjean la amistad de Dios recomendados a él por los dones que les trae la instrucción. Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 39, 3-4. 10-11. 17.
V/. He proclamado tu lealtad, Señor.
T/. He proclamado tu lealtad, Señor.
V/. Asentó mis pies sobre la roca, consolidó mis pasos.
 Me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios.
V/. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea;
 no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes.
V/. No me he guardado en el pecho tu defensa,
 he contado tu fidelidad y tu salvación,
 no he negado tu misericordia y tu lealtad, ante la gran asamblea.
 V/. Alégrense y gocen conmigo, todos los que te buscan;
 digan siempre: «Grande es el Señor», los que desean tu salvación.

Aleluya, Aleluya, aleluya.
La lengua del justo es plata selecta y los labios del justo alimentan a muchos.

Aleluya.
✠ Lectura del santo Evangelio según San Marcos 16, 15-20.
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once, y les dijo: –Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos. El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba la Palabra con los signos que los acompañaban. Palabra del Señor.






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