“En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos”. Es e poder de atar y desatar. Así lo explica el catecismo: «las palabras atar y desatar significan: aquel a quien excluyáis de vuestra comunión, será excluido de la comunión con Dios; aquél a quien recibáis de nuevo en vuestra comunión, Dios lo acogerá también en la suya. La reconciliación con la Iglesia es inseparable de la reconciliación con Dios».
Jesús primero hablo de la reconciliación entre los hermanos. Ahora habla de la reconciliación con la Iglesia, entregando ese poder a los apóstoles y a sus sucesores. Ese poder ordinariamente se ejerce en el acto de la confesión.
Según Benedicto XVI la Oración en común es otro fruto de la caridad en la comunidad. Decía el papa Benedicto: “La oración personal es ciertamente importante, es más, indispensable, pero el Señor asegura su presencia a la comunidad que —incluso siendo muy pequeña— es unida y unánime, porque ella refleja la realidad misma de Dios uno y trino, perfecta comunión de amor”.
La oración comunitaria tiene dos efectos preciosos. Uno: cuando oramos juntos movemos a Dios a concedernos lo que pedimos. Dos: el don de la presencia de Dios entre nosotros. Al fin ese don es el mas importante y debemos pedirlo constantemente. Lo explica así el Vaticano II: “Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica”. Esta en la Misa, en la persona del ministro, y en cada acción sacramental; esta en el sagrario y en la Palabra, pues cada vez que se lee la Escritura santa, es El quien habla, etc. “Está presente, por último, -termina la cita del Concilio- cuando la Iglesia suplica y canta salmos, pues él mismo prometió: Donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Hay que valorar la oración comunitaria, y también, y mucho, la no litúrgica, como el rosario, la adoración y visita al Stmo.., las novenas, y otras oraciones comunitarias, las de hoy y las de ayer.
+Monseñor Don Samuel G. T.
Párroco de San Ginés de Padriñán