Es la pregunta que Pilato hace a Jesús cuando se encuentran frente a frente. Los judíos para que el gobernador aprobara la muerte de Jesús habían cambiado la acusación. Si le habían condenado por ser Hijo de Dios, delante de Pilato le acusan de hacerse el rey de los judíos.
Pilato, quizás más por curiosidad que por verdadero interés de conocer quién es Jesús, le hace una pregunta que nos hacemos todos los hombres: ¿Quién eres Jesús? Esta pregunta tiene tanto interés que Jesús mismo se la hizo en una ocasión a los Apóstoles: ¿Quién decís vosotros que soy yo?
Esta pregunta goza de un enorme interés porque Jesús ha venido a la tierra a invitarnos a participar en su reino a ofrecernos su amistad. Quiere Jesús que tengamos con Él un trato de amistad. Jesús quiere reinar en cada corazón humano.
En el diálogo con Pilato, Jesús enseguida pasa del terreno impersonal al terreno personal. Desde la pregunta inicial de Pilato: ¿eres tú el rey de los judíos? pasa Jesús a preguntarle: ¿dices esto por ti mismo o te lo han dicho otros de mí? Era como preguntarle: Pilato, ¿quién piensas que soy yo? Jesús quiere poner a Pilato ante la pregunta fundamental porque acoger a Jesús es acoger a Dios. Porque Jesús es el Verbo Encarnado y a través de su humanidad conocemos a Dios.
Pilato trata de eludir la respuesta: ¿acaso soy yo judío? Realmente no es fácil ponerse delante de Jesús y de su Reino. Abrir la puerta del corazón a Jesús significa estar dispuesto a cambiar de vida. Es vivir de una manera diferente y eso no siempre es fácil. En algún momento, Pilato tendrá que mojarse. Jesús sigue invitando a Pilato a que tome parte de su Reino. Lo hace respondiendo a la pregunta que
Pilato le formula a continuación: ¿qué has hecho? Responde Jesús: “Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores lucharían para que no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí”.
Pilato escucha, pero realmente no entiende nada. Más bien parece que quiere quitarse de encima un problema engorroso. No se detiene en conocer lo que le ha contestado Jesús, sino que actúa de una manera pragmática. Es como si Pilato le dijera: vamos al grano a lo que me interesa: ¿eres Rey o no lo eres?
Jesús le contesta: “Tú lo dices: yo soy Rey. Para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad escucha mi voz”.
Esas palabras que pronuncia Jesús delante de Pilato son las que le conducirán a la muerte. Jesús muere por dar testimonio de la verdad. ¿Cuál es la verdad que anuncia? La principal es el Amor que Dios tiene al hombre que para rescatarle del poder del pecado y de la muerte, envió a su Hijo como Salvador del mundo y “él mismo se entregó a la muerte, y, resucitando, destruyó la muerte y nos dio nueva vida” (Plegaria Eucarística IV).
¿Eres tú el Rey de los judíos? Así comienza el diálogo de Pilato con Jesús. También nosotros debemos preguntarle y nos enseña que su reino es “el reino de la verdad y de la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz” (Prefacio de la Misa de Cristo Rey).
+ Monseñor D. Samuel García Tacón