Domingo XVIII T. Ordinario C 2022

Monición de entrada

En el día del Señor Resucitado nos encontramos reunidos en la casa del Señor para celebrar la eucaristía. Cristo está en medio de nosotros y nos llama a poner siempre nuestro corazón en las cosas de Dios para que nuestra vida sea expresión y testimonio de la verdadera riqueza y de la vida nueva que solo él puede dar. Dispongámonos a esta celebración para participar activa y piadosamente.

Acto penitencial

- Jesús, rico en misericordia: Señor, ten piedad. R/.

- Jesús, hecho pobre para enriquecernos a todos: Cristo, ten piedad. R/.

- Jesús, herencia de los elegidos: Señor, ten piedad. R/.

Oración colecta

Atiende, Señor, a tus siervos y derrama tu bondad imperecedera sobre los que te suplican, para que renueves lo que creaste y conserves lo renovado en estos que te alaban como autor y como guía. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Lectura del libro del Eclesiastés. Ecl 1, 2; 2, 21-23 ¡Vanidad de vanidades!, —dice Qohélet—. ¡Vanidad de vanidades; todo es vanidad! Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto, y tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado. También esto es vanidad y grave dolencia. Entonces, ¿qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol? De día su tarea es sufrir y penar; de noche no descansa su mente. También esto es vanidad. Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 89, 3-4. 5-6. 12-13. 14 y 17 (R.: 1bc)

V/. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

R/. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

V/. Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: «Retornad, hijos de Adán».

Mil años en tu presencia son un ayer que pasó; una vela nocturna. R/.

V/. Si tú los retiras son como un sueño, como hierba que se renueva:

que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca. R/.

V/. Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato.

Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. R/.

V/. Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos.

Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses. Col 3, 1-5. 9-11

Hermanos: Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él. En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría. ¡No os mintáis unos a otros!: os habéis despojado del hombre viejo, con sus obras, y os habéis revestido de la nueva condición que, mediante el conocimiento, se va renovando a imagen de su Creador, donde no hay griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, escita, esclavo y libre, sino Cristo, que lo es todo, y en todos. Palabra de Dios.

Aleluya Mt 5, 3

R/. Aleluya, aleluya, aleluya.

V. Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

R/. Aleluya, aleluya, aleluya.

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas. Lc 12, 13-21

En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia». Él le dijo: «Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes». Y les propuso una parábola: «Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”. Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”. Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios». Palabra del Señor.

Enlaces Parroquiales

Parroquia San Gines de Padriñan. Comunidad Parroquial.

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