Jóvenes testigos de la fraternidad y de la alegría del Evangelio

El pasado 7 de agosto se clausuró con éxito la "Peregrinación Europea de Jóvenes PEJ22", a la que acudieron miles de jóvenes de toda Europa en busca del camino hacia Santiago de Compostela.

Tal y como afirmaba el Cardenal Antonio Augusto dos Santos Marto "hacer esta peregrinación es un momento privilegiado de encuentro, que tiene una particular relevancia por el contexto histórico y cultural en el que se desarrolla.

Nosotros vivimos en un mundo muy volátil, siempre haciendo cosas una tras otra sin momentos para reflexionar,  para meditar y la peregrinación a Santiago atrae a los jóvenes porque es también un camino de espiritualidad que proporciona una ocasión para encontrarse con ellos mismos; para hacer una peregrinación interior,  no solamente exterior; y también para caminar juntos".

Os dejamos el texto íntegro de la "Homilía del Legado Pontificio":

Testigos de la vida nueva, de la fraternidad y de la alegría del Evangelio

 Hemos llegado a la culminación de la PEJ (Peregrinación Europea de Jóvenes). Durante estos días habéis vivido una serie de bellos y enriquecedores encuentros y experiencias. Su belleza y riqueza no son solo para vosotros, sino para que lo comuniquéis a los demás. Esta celebración eucarística es de clausura y acción de gracias, pero al mismo tiempo de envío. El Señor Jesús os envía con las mismas palabras de la convocatoria: “Joven, levántate y sé testigo”. Sigamos, pues, meditando sobre el tema del testimonio, dejándonos inspirar por las lecturas de la Palabra proclamada. Centrémonos en tres aspectos: el testimonio de vida nueva con Jesucristo, de la fraternidad y de la alegría del Evangelio.

Testigos de la Vida Nueva en Jesús Resucitado

 “En aquellos días, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor”, así comienza la primera lectura.

Este es el primer testimonio de los apóstoles sobre Jesús Resucitado, justo después de Pentecostés. Aquí está el centro y el corazón de la fe cristiana. Con o sin la resurrección de Jesús, nuestra fe se mantiene o cae, como dice San Pablo: “Si Cristo no resucitó, vana es vuestra fe”.

Queridos amigos, en el contexto actual es necesario volver a este primer anuncio con la misma frescura, entusiasmo y valentía de los apóstoles. Muchos preguntan: ¿qué tiene de especial la resurrección de Jesús para cada uno de nosotros hoy? ¿No es algo que concierne sólo a Jesús? De hecho, corremos el riesgo de reducirlo a un admirable fenómeno del pasado, que cada año se aleja más de nosotros; o a un mero asentimiento a una verdad teórica del credo, pero que no toca el corazón y la vida; o incluso a algo futuro relativo al último día, al día definitivo en la eternidad.

Sin la resurrección, Jesús sería sólo un personaje del pasado, que dijo e hizo cosas buenas, bellas y maravillosas como nadie; el cual nos dejó una maravillosa doctrina y ejemplo, reglas de buena conducta y nada más. Simplemente un gran héroe para ser recordado y admirado en la galería de un museo.

Pero, al fin y al cabo, os preguntareis, ¿qué impacto tiene la resurrección de Jesús en nuestras vidas? ¿Qué es lo que dice de nuevo, positivo, hermoso y emocionante para nuestras vidas de jóvenes en este tiempo? Escuchad la respuesta del Papa Francisco: “Cristo, nuestra esperanza, está vivo y es la juventud más hermosa de este mundo. Todo lo que toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. ¡Él vive y te quiere vivo! Él está en ti, está contigo y nunca se va. Por muy lejos que te vayas, a tu lado está el Resucitado que continuamente te llama y te espera para empezar de nuevo. Cuando te sientas viejo por tristezas, miedos, dudas y fracasos, Él está ahí para devolverte fuerza y ​​esperanza” (CV 1-2).

Más allá de la vida que se ve, está la belleza de la vida nueva con Cristo, “Aquel que nos colma de su gracia, que nos libera, nos transforma, nos sana y consuela… Si Él vive, entonces puede ser presente en tu vida, en cada momento, para llenarla de luz. Entonces nunca habrá soledad ni abandono” (CV 124-125). Por tanto, “si haces amistad con Él y comienzas a conversar con Cristo vivo sobre las cosas concretas de tu vida, será esta gran experiencia fundamental la que sostendrá tu vida cristiana. Esta es también la experiencia que podrás comunicar a otros jóvenes”. Que cada uno se pregunte: ¿creo verdaderamente en Jesús resucitado como Hijo de Dios y mi Salvador? ¿Qué lugar ocupa en mi vida? ¿Qué suscita en mí, el misterio de su resurrección? ¿Creo que puede cambiar mi corazón?

Testigos de la Fraternidad Universal 

En el Evangelio, Jesús explicita otra característica del testimonio de los discípulos ante su ambición de poder y su búsqueda de lugares importantes en su reino: “el que quiera hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor; y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro servidor. Igual que el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos” (CV 129).

Jesús propone una nueva forma de relacionarse entre nosotros, basada en la lógica del amor y el servicio. Es una auténtica revolución frente a los criterios humanos de egoísmo y ambición de poder y dominación: la revolución de la fraternidad que parte del amor fraterno para englobar la cultura del cuidado mutuo, la cultura del encuentro que tiende puentes, derriba muros de división y acorta distancias entre personas, culturas y pueblos. Nuestro encuentro en Santiago es un bello ejemplo de ello. Deseo ofreceros un ejemplo de este testigo: Carlos de Foucauld, recientemente canonizado. El nuevo santo vivió su ser cristiano como hermano de todos, comenzando por los más pequeños, los pobres. No pretendía convertir a los demás, sino a vivir el amor gratuito de Dios a través de la bondad. Escribió: “Quiero acostumbrar a todos los habitantes, cristianos, musulmanes, judíos e idólatras, a que me consideren su hermano, el hermano universal”. También nuestro Papa Francisco es un ejemplo de ello con su testimonio y su encíclica Fratelli tutti para promover la fraternidad universal, en la que propone la virtud de la amabilidad con actitudes concretas:

“La amabilidad es una liberación de la crueldad que a veces penetra en las relaciones humanas, de la ansiedad que nos impide pensar en los demás, de la urgencia distraída que ignora que los demás también tienen derecho a ser felices. Hoy en día, rara vez están disponibles tiempo y energía para tomarse el tiempo de tratar bien a los demás… Sin embargo, de vez en cuando se produce el milagro de una persona amable, que deja de lado sus preocupaciones y urgencias para prestar atención, ofrecer una sonrisa, decir una palabra de aliento, brindar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia. Este esfuerzo, vivido día a día, es capaz de generar esa sana convivencia que vence malentendidos y evita conflictos. El ejercicio de la amabilidad no es un detalle insignificante ni una actitud superficial o burguesa. Como presupone estima y respeto, cuando se convierte en cultura en una sociedad, transforma profundamente el estilo de vida, las relaciones sociales, la forma de debatir y confrontar las ideas. Facilita la búsqueda de consensos y abre caminos donde la exasperación destruye todos los puentes” (FT 224). El cultivo de la amabilidad crea fraternidad, amistad social, solidaridad y las nutre en el día a día.

Queridos amigos, ¿queréis salir de aquí con el mismo propósito de Carlos de Foucauld, de sentir a cada ser humano, sin exclusión, como un hermano o una hermana? ¿Y de pedir como él pidió a un amigo: “Pídele a Dios que yo sea de verdad el hermano de todos”?      

Testigos de la Alegría del Evangelio 

En el salmo que proclamamos está esta exhortación: “Que las naciones canten de   alegría”. ¿Qué canto es esto? ¿Qué alegría es esta? No es la alegría de la sonrisa artificial hecha para publicitar un producto o un efecto de maquillaje para parecer más bello o amable. Es una alegría que llena el corazón y brota de él: la alegría del Evangelio, del encuentro y de la amistad con Jesús Resucitado, de la vida nueva, de la fraternidad, del servicio a los demás, del compartir, de la paz. Esta alegría se hace espontáneamente Canto, como dice San Agustín: “Renovados por la gracia, cantamos el cántico nuevo”, el cántico de las Bienaventuranzas o del Magníficat de María. El Papa Francisco lo expresa muy bellamente:

“Como cristianos, no podemos ocultar que “si la música del Evangelio deja de vibrar en nuestras entrañas, perderemos la alegría que brota de la compasión, la ternura que nace de la confianza, la capacidad de reconciliación que encuentra su fuente en el hecho de saberse siempre perdonado-enviado.       

Si la música del Evangelio deja de resonar en nuestros hogares, en nuestras plazas, en nuestros trabajos, en la política y en la economía, habremos extinguido la melodía que nos desafiaba a luchar por la dignidad de cada hombre y mujer”, cerrándonos en lo «mío» y olvidándonos de lo «nuestro»: la casa común que nos concierne a todos.      

Si la música del Evangelio deja de sonar, habremos perdido los sonidos que llevarán nuestra vida al cielo, atrincherándonos en uno de los peores males de nuestro tiempo: la soledad y el aislamiento, la enfermedad que les llega a los que no tienen ningún vínculo y que se encuentra también en los ancianos abandonados a su suerte, así como en los jóvenes sin referentes ni oportunidades de futuro” (FT 277).

Es triste ver a un cristiano, sobre todo si es joven, sin alegría. ¿Qué dirán los no creyentes? Ciertamente, muchos dirán: si la fe no es motivo de alegría, entonces es mejor no tener fe. Sí, el anuncio del evangelio se hace con una sonrisa y no con tristeza. Os pongo dos ejemplos: San Francisco de Asís y San Felipe Neri. San Francisco, cuando se presentó ante el Papa Honorio III para presentarle los estatutos de la nueva congregación de los Hermanos Menores Franciscanos, comenzó a cantar y bailar ante el asombro de los cardenales y luego habló del testimonio de la “perfecta alegría”. San Felipe Neri cantaba, tocaba y organizaba coros juveniles, para su promoción y como medio de evangelización. ¡Era conocido como el santo de la alegría y del buen humor!      

Por último, queridos jóvenes, quiero dirigiros una palabra de afecto y de aliento. En la exhortación del Papa Francisco “Cristo vive” hay una frase muy hermosa que recuerdo ahora para todos vosotros: “Si has perdido tu vigor interior, tus sueños, tu entusiasmo y tu generosidad, Jesús se te presenta como se presentó ante el hijo muerto de la viuda de Naín, y con todo su poder de Resucitado, te dice: “Joven, yo te lo ordeno, levántate” (CV 20).

Esta palabra “Levántate”, la dice Jesús hoy y ahora a cada uno de nosotros. Y el Papa comenta: “‘levántate’ significa ‘despierta’ (a la vida), sueña, arriésgate, comprométete a cambiar el mundo, reaviva tus deseos, contempla el cielo, las estrellas, el mundo que te rodea. ¡Levántate y vuélvete quién eres!”

Queridos jóvenes, cada uno de vosotros puede responder a esta palabra de Jesús y comprometerse de todo corazón en la construcción de un mundo más verdadero y más hermoso para todos; donde todos somos hermanos en la fe y en la vida; donde nadie se salva solo; donde nadie queda atrás, olvidado, ignorado, abandonado; donde la paz prevalece sobre la guerra; donde la vida brota y es respetada de manera absoluta desde la concepción hasta la muerte; donde la Casa Común es realmente un lugar hermoso para todos. Cada uno, desde su corazón, responda si está dispuesto a seguir el camino…

Que María, madre de Jesús y madre nuestra, nos acompañe en este camino con su ternura y nos ayude a resurgir y a hacer resurgir a muchos otros, dándoles -con fe y amor- razones de vida y de esperanza. Con todo mi corazón, deseo que esto sea una realidad para todos vosotros. Eso es lo que le pido a Dios para cada uno de vosotros, bendiciéndoos de todo corazón. ¡Sed bendecidos para que seáis una bendición!

† Cardenal Antonio Marto

Tras la celebración de la eucaristía, el arzobispo de Santiago, Mons. Julián Barrio, ha valorado ante los medios de comunicación la celebración de esta PEJ en Santiago. En sus palabras ha dicho que «Me he encontrado con unos jóvenes que rezan. Es importante subrayar este aspecto, con unos jóvenes que piensan, que tratan de discernir la realidad en la que se encuentran; a la que tenemos que dar respuesta en todo momento… Jóvenes preocupados por la migración, jóvenes que aman la realidad, por cuando uno ama una realidad es capaz de transformarla, jóvenes que están al lado del que anda en nuestra sociedad. No sé qué podrán hacer pero con su actitud y su forma de ver las cosas, nuestra sociedad puede ser mejor

Fuentehttps://www.pej22.es/



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