“Velar por Dios y velar por el hombre. Volver a Dios y volver al hombre”
Queridos diocesanos:
La Cuaresma “es un tiempo propicio para que, con la ayuda de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, renovemos nuestro camino de fe, tanto personal como comunitaria”1, y respondamos a la llamada a la conversión que exige conformarnos con Cristo “que se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma” (Ef 5,2), despojarnos del hombre viejo con sus obras, y revestirnos del Hombre Nuevo, Cristo, que lo es todo en todos (cf. Col 3,10-11).
La liturgia cuaresmal nos ayuda a recordar “al hombre tal como ha sido querido por Dios, tal como Él lo ha elegido eternamente, llamado, destinado a la gracia y a la gloria”.