Monición de entrada
Hermanos, nos alegramos de estar aquí, nuevamente, en la casa de Dios para celebrar esta Santa Eucaristía, en el 32 Domingo del Tiempo Ordinario, ya casi finalizando este ciclo litúrgico. Hoy la palabra nos interpela y nos lleva a hacer un examen de conciencia sobre el estado de nuestro corazón. El ejemplo de dos viudas nos llevará de la mano.